Confesiones a una prostituta, 29

10 Dic

Jueves, 29 de septiembre de 2011

 

 

Debo dar gracias a ti querida por habérmelo dado todo, y luego arrebatado. El haberlo arrebatado le dio significado. Como bien sabes soy huérfano a causa de la indiferencia. ¿Qué soy entonces? Desde luego soy lo que los demás creen ver, y a la vez soy todo lo que me considero. Finalmente cuando las aguas del rio caudaloso no podían regar más, entonces pasó el tsunami que me arrasó con toda la condescendencia y el rechazo, me ha convertido en una supernova en medio de la nada oscuridad, una oscuridad tan serena y tranquila… Admito que al principio no vi el camino antes mis ojos, solo yacía una barricada incendiada delante de mi imagen. Soy esa luz que ahora tiene la oportunidad de hacer lo que quiera, puedo girar en círculos, ir allí y aquí, puedo rascarme indebidamente mis partes y nadie me reprenderá apenas me ignorarán y si me infecto de irrisorias tendencias, me aplaudirán porque, por desgracia, vivimos en un “pozo negro” donde el egoísmo reina. La voz de la experiencia siempre me dice que triunfa el tiburón pero me niego a vivir en un mundo donde todo el mundo solo vive para sí mismo, todo el mundo cree que lo correcto es o anteponer tus deseos ante los deseos ajenos ¿qué mundo es ese en donde lo correcto es no ayudar? ¿Qué mundo es este en el que gobierna los abusones? (ellos son ricos y siempre se llevan a la chica) me niego a vivir en este mundo donde la gente teme a confiar y que son capaces de derribar aquello que se interponga en sus deseos ¡desde hoy me proclamo extraterrestre! Me niego a pertenecer a la raza humana si la destrucción es su legado.

He de admitir y disculparme por el daño que pude causar, no me enorgullezco de concederte que a veces puedo ser duro, intento que hagas ejercicio de valor y benevolencia, ahora recién escucho mis propias palabras y creo que más bien debí guardar una dolorosa paciencia hasta que accedieras a dar la palabra (no puedo ser un buen oyente si no hay una voz)

Siempre hubo una constante envidia al ver ante mí, mi paralelo en mujer con la familia que el orgullo me arrebató y que intentaba estúpidamente equilibrar exigiendo condiciones de igualdad cuando nunca puedo igualarme al amor que sientes por tus semejantes. Quería los mismo sin darme cuenta que anteponía tus deseos por los míos, no  es excusable y no lo haré con la parte en el que soy un huérfano que encontró a una madre adoptiva. Es injusto que yo sea tan asquerosamente ofensivo. Es injusto.

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